En Galicia se ha creado la ley "de Convivencia y Participación" con el interés de devolver la autoridad a los profesores, que poco a poco han ido perdiendo, frente a alumnos y padres. Los profesores gozan de "presunción de veracidad", de esta manera, en caso de conflicto, vale más su palabra que la del alumno. Eligen también cómo deben ir éstos vestidos (desde los pantalones caídos hasta el uso del velo islámico), regulan el uso de móviles y DVDs y están licenciados para retirar objetos o sustancias si lo consideran oportuno.
Pero esta ley "de Convivencia y Participación" no cuenta con la participación de los alumnos y además, requisar objetos puede ir en contra de los derechos personales. No es justo que se le dé una mayor veracidad a lo que dice un profesor que a lo que defiende un alumno, el profesor puede aprovecharse de esta ley y usarla a favor de sus intereses.
El centro educativo "O Delouro" tiene una buena concepción de autoridad. En él estudian niños mandados de otros centros con problemas y situaciones complicadas. El profesor, que es mediador entre el alumno y el conocimiento, se vuelve una autoridad de forma natural gracias al diálogo y a su interés por el niño.
La autoridad del profesor debe estar presente, sobretodo, en situaciones de conflictos entre alumnos. Las distintas medidas que se toman en los centros se recogen en tres modelos: el punitivo, el relacional y el integral.
El modelo punitivo busca el daño emocional. Se aplica una sanción para corregir (como pueden ser un expediente o un parte). Para el profesor es una manera rápida y discreta de deshacerse del problema. Pero así no se resuelve ni se solucionan las causas del conflicto y se podría repetir, ya que no hay una reconciliación entre el agresor y la víctima.
En el modelo relacional se plantea el diálogo como medio de resolución del conflicto, teniendo así en cuenta la relación entre el agresor y la víctima y es más probable que éste no se repita.
El moedlo integral busca, como el relacional, el diálogo como solución, pero añade además una serie de normas conciliadoras que cada centro trata como cree mejor (dejándolo en manos, por ejemplo, de un equipo de mediación). Este modelo contempla también la opción de aplicar una sanción si es necesario.
Este último modelo es el más eficiente, porque tiene en cuenta a las dos partes que dialogan, guiados y con ayuda de un tercero, para buscar una solución, e interesa resolver el problema para evitar que se repita.
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